Nada es fácil y a ti te encontré en la calle
Espero que este finde (que no llega, ¡no llega a este paso!) sea menos aburrido que el último. Cuando tu vida social gira entorno a la visita a Leroy Merlin con tu cuñado, algo empieza a ir mal.
Y no, no me estoy lamentando tanto como pensáis, agudísimos lectores; es una sutil licencia con la que intento resumir lo que están siendo mis últimos días libres, que no colman mis expectativas, precisamente. No me imagino más sábados por la tarde haciendo la compra del mes o llevando a mis sobrinos a merendar a Telepizza, y sin poderme meter en la piscina de bolas, el único aliciente de una tarde con ellos.
Sábado por la tarde. Nada que hacer. Comienzo a vagar por mi "pisín" tirando de la botella de vino de la cesta de la Navidad del año pasado. Habrá que amortizar el ADSL. Veamos qué se cuece en el mundo de las webs de relaciones. Empieza la operación alta y registro guiada por san Google, y empezamos por Match.
Es obvio que me tengo que crear una cuenta de correo de pega para estar a salvo de indeseables y, sobre todo, de posibles conocidos, que bastante pequeño es el mundo real como para provocar encontronazos en el virtual. Y no, tampoco fotos; quien quiera ver a la Gacela en su hábitat natural que tire de National Geographic o que me invite a cenar.
No se si el vino me aturde, o es que esto de rellenar perfiles es un soberano tostón. Describirse a uno mismo no sólo es complicado, sino que siempre me ha parecido un ejercicio de egolatría que no va conmigo, pero vamos, si me tengo que vender en 200 caracteres mínimo, qué remedio queda, toca pensar.
Una botella de vino después...
Para qué hacer hoy lo que puedes dejar para mañana. ¡Siesta!